Buenos días a todos los amantes de los viajes, hoy os traemos un post muy interesante si estás pensando en hacer una escapada de fin de semana. Si piensas que no es posible visitar una capital europea en tan sólo un fin de semana o que es demasiado caro, te vamos a demostrar que sí es posible pasar un fin de semana en Ámsterdam.
Empezamos el viaje a Ámsterdam
Tomamos nuestro avión desde Málaga con destino a Ámsterdam Schiphol, con Ryanair. Es un vuelo corto, aproximadamente unas tres horas, lo que hace que podamos plantearnos realizar esta escapada para pocos días, en nuestro caso elegimos salir el viernes.
Sobre este punto, os recomendamos el “priority” de Ryanair, puesto que por la nueva política de equipaje de mano de la compañía prácticamente te están obligando a ello si no quieres tener que esperar a recoger tu maleta de mano la friolera de 40 MINUTOS, da rabia, lo sé, pero vamos de viaje, y unos euros de diferencia pueden hacer que empieces el viaje de muy, MUY mal humor.
Llegamos al aeropuerto Ámsterdam Schiphol a media tarde. Tengo que decir que es un aeropuerto que, a pesar de ser uno de los aeropuertos con más tráfico internacional del mundo, es sencillo y no tiene pérdida. Eso sí, es grande, muy grande, así que paciencia.
Una de las ventajas del aeropuerto Ámsterdam Schiphol es que está muy cerca del centro de la ciudad y muy bien conectado por bus o tren. Recomendamos éste último ya que tiene buena frecuencia, tarda aproximadamente 15 minutos en llegar, no tiene pérdida (te deja en Ámsterdam Centraal) y es económico (todo lo económico que puede llegar a ser el transporte en una capital europea), tan sólo unos 5€. Los billetes se compran en unos cajeros distribuidos por todo el aeropuerto, el pago sólo con tarjeta o monedas, si quieres pagar con billetes debe ser en las ventanillas de venta.
Qué ver en un fin de semana en Ámsterdam
Una vez llegados a Ámsterdam Centraal y fuera de la estación te encuentras una de las ciudades más vivas y vibrantes que hemos visitado, y eso que nosotros llegamos de noche y con bastante frío, todo hay que decirlo. Es una ciudad peculiar y con un aroma inconfundible gracias a los Coffee Shops distribuidos por doquier.
El centro de Ámsterdam está rodeado por un anillo de 4 canales, cualquier zona dentro de los anillos está bien ubicada a la hora de elegir un hotel que te permita estar en el centro, y la diferencia de precios en este sentido es para planteársela.
Nosotros habíamos elegido el hotel Renaissance Ámsterdam Hotel, de la cadena Marriott, por la ubicación, muy céntrica, y por las buenas opiniones. Respecto a esto último os estamos preparando un post que os va a resultar de mucha ayuda también.
La llegada al hotel fue en menos de 5 minutos, al ser un centro relativamente pequeño lo encuentras todo con facilidad, eso, y el fin del roaming en Europa, lo hemos celebrado. Una vez llegados al hotel recibimos una cálida, literalmente, bienvenida. Nosotros no
s manejamos en inglés que, aunque en Países Bajos se habla neerlandés, todo el mundo lo habla. Aunque también os comentamos que en Ámsterdam hay muchos españoles, y tuvimos la suerte de que el recepcionista hablaba español perfectamente. Habíamos elegido una habitación superior con acceso al club lounge, la cual era más bien pequeña pero elegante y acogedora. En Ámsterdam los hoteles suelen tener bar con música casi en plan discoteca, uno de los motivos por lo cual la ciudad tiene tanta vida, la gente sale y mucho, no en vano es cuna de los mejores Dj´s del mundo.
Una vez acomodados, y teniendo en cuenta que era ya de noche, decidimos ir a tomar algo en el club lounge del hotel antes de la cena. Elegir la habitación con acceso al mismo fue un acierto completo, pues por las tardes tienen bebida (con vino y buena cerveza local incluidos) gratis ilimitada y, según la hora, diferentes aperitivos como galletas, pasteles, bocadillos, etc. (a la hora del té) o tipo tapas a la hora de la merienda. Todo de muy buena calidad y con una sala muy tranquila llena de cómodos sillones y enchufes o zona de acceso a internet. Muy recomendable.
Fuimos a cenar al mismo restaurante del hotel, aunque los alrededores estaban llenos de calles con restaurantes de todo tipo, preferimos comer algo rápido para poder levantarnos temprano y empezar a descubrir esta nueva ciudad. La cena fue de muy buena calidad, pudiendo elegir los platos en tamaño mini o grande, como ansias que somos elegimos el grande. Un consejo, si lo hacéis podéis pedir solo uno y compartirlo.
Después de un buen sueño y un desayuno espectacular, recomendaros que si queréis desayunar en el hotel lo contratéis con la habitación ya que desayunar en un
hotel en Ámsterdam no baja de 25-30€, y aunque puedes tener la opción de comer algo en la calle merece la pena ir desayunados del hotel y empezar el día directamente.
Al tener sólo dos días para visitar la ciudad, recomendamos que planifiquéis lo que queréis ver bien, así al llevar los días organizados podrás disfrutar más. Ya hemos hablado de que moverse por el centro de Ámsterdam no es complicado, pero para poder aprovechar al máximo el poco tiempo que teníamos, sacamos el bono de transporte para 24 horas, que se activa en el momento que lo pasas por primera vez y cuesta unos 7€. Se puede comprar en Ámsterdam Centraal, pero también los hoteles tienen la posibilidad de venderlos, así que más cómodo aún. Sirve para metro y bus.
Primer día de nuestro fin de semana en Ámsterdam:
Salimos del hotel para sumergirnos de lleno en la ciudad, porque en Ámsterdam te sumerges, es como entrar en un mundo nuevo, con sus particularidades, con sus bicicletas aparcadas por cualquier parte o circulando a toda velocidad por las calles serpenteantes llenas de gente. Nuestro objetivo no era ver nada en concreto pero verlo todo, así que salimos paseando por sus calles, viendo su arquitectura de edificios estrechos y profundos cada uno en su estilo, algunos tan inclinados que parecieran a punto de descolgarse con su característico gancho en la fachada que, curiosamente, sirve para subir los muebles y que no choquen con ésta, y sus ventanas sin cortinas, porque sí, nadie usa cortinas en esta ciudad, se valora más la luz del sol que la intimidad.
Llegamos a la Plaza Dam con la suerte de que se celebraba el día del tulipán, porque Ámsterdam es capital de los Países Bajos y también del tulipán, se encuentran por todas partes. La plaza Dam debe su nombre a que Dam en neerlandés es “presa” y de ahí el nombre de la ciudad “presa sobre el río Amstel”, Ámsterdam. Esta plaza es el centro de la ciudad, donde se encuentra El Palacio Real de Ámsterdam, el museo de Madame Tussauds, La Bolsa, etc. Es un lugar que siempre está lleno tanto de turistas como de locales, y por supuesto, de palomas, aunque al ser el día del tulipán estaba especialmente a rebosar. Era un espectáculo digno de admirar, merece la pena sentarse un rato y ver simplemente la vida pasar, observar el ir y venir de la miscelánea de gente cada una con sus historias.
Tras visitar la Plaza Dam tomamos el metro con dirección a la zona de museos, Museumplein, donde se encuentran el Rijkmuseum, que alberga una de las colecciones de arte más importantes del mundo, el Van Gogh Museum, con una enorme colección de obras del artista o el Stedelijk Museum, el Museo Municipal de Ámsterdam con gran variedad de obras del siglo XIX, entre otros. Nosotros no tuvimos la oportunidad de visitarlos por el poco tiempo del que disponíamos, pero la zona en sí y la arquitectura de los museos bien merecen una visita. Están rodeados de un amplio parque, donde se había instalado una pista de patinaje y donde se encuentran las archiconocidas letras de I AMSTERDAM. A parte de esta zona hay numerosos museos en el resto de Ámsterdam, hasta un total de 75, los cuales forman parte del gran atractivo turístico de la ciudad.
Tras pasar la mañana en Museumplein tomamos de nuevo el metro en dirección al mercado de las flores, o mejor conocido como Bloemenmarkt, es un mercado flotante sobre el canal Singel, aunque a día de hoy casi ni se aprecia que lo es. Es un placer para todos los sentidos pasear por él, encontrando todo tipo de flores frescas, sobre todo los característicos tulipanes, una gran variedad de bulbos y semillas, y todo tipo de souvenirs para llevarnos a casa un poquito de la esencia holandesa, tradicionalmente el mayor productor mundial de flores. Si sois como nosotros, unos amantes de la Navidad, no podéis dejar pasar una tienda navideña con todo tipo de adornos entre los cuales encontraréis gran variedad de bolas de porcelana para que la próxima Navidad podáis dejar vuestra huella viajera en vuestra decoración navideña. Es como entrar en un lugar de fantasía donde por tentador que sea no está permitido realizar fotos.
Si tanto pasear os da hambre, os recomiendo que al pasar por las calles llevéis la vista al frente, sino las seductoras pastelerías os atraerán hacia sus preciosos escaparates llenos de todo tipo de gofres, que aunque son típicos de la vecina Bélgica, aquí también son muy comunes; macarons o pasteles imposibles que harán que tu yo goloso muera de gula. Pero si no sois de dulces, no os preocupéis, esta ciudad tiene preparada para ti las más impresionantes tiendas de quesos que hemos visto jamás, muy tradicional las Old Ámsterdam donde podrás encontrar quesos holandeses de todo tipo y casi siempre tienen para probar. Además de las patatas fritas, que, aunque también son tradición belga, hay muchísimos puestos donde comprarlas e ir comiéndolas en tus paseos.
Tras Bloemenmarkt volvimos a tomar el metro y nos dirigimos a la zona de Jordaan, donde te das cuenta de por qué a esta ciudad se le llama “la Venecia del norte”. Preciosas casas alrededor de los canales con calles de ensueño. En esta zona se encuentra la casa de Ana Frank, por fuera parece una casa normal, te das cuenta por las amplias colas que hay para entrar. Es la casa en cuyo desván, con su entrada tapada por una estantería, se ocultó Ana Frank junto a siete personas más durante la persecución nazi. Es uno de los tres museos más visitados de la ciudad.
Dejándonos encantar por la magia de Ámsterdam seguimos disfrutando de su esencia paseando alrededor de los canales de Jordaan hasta llegar a Westerstraat Market, un mercadillo como los de España, con la particularidad de que hay mucha comida, bocadillos de una especie de pescado ahumado, puedes comer ostras frescas, una tortilla de setas, todo tipo de panes o dulces y como no, patatas fritas. Merece la pena pasear por él.
Tras nuestra experiencia culinaria, al estar cerca del hotel, decidimos parar a descansar en el club lounge, tomar algo, reponer fuerzas y organizar la tarde. Decidimos comprar entradas para el museo de Madame Tussauds, ya que nos apetecía hacer algo divertido. Había un paquete que incluía entradas para un pasaje del terror a través de la historia de los últimos 500 años de Ámsterdam, así que nos decantamos por esa opción.
Nos dirigimos al museo situado en la Plaza Dam, es más pequeño que el de Londres (también más económico), pero si no habéis estado nunca y queréis pasar un rato diferente es muy recomendable, ya que tiene muchas opciones de interactividad con las figuras, además de incluir atrezzo para hacer aún más divertida la visita. Las fotos que te sacas no tienen precio. La visita dura aproximadamente una hora y media. Y como el pasaje del terror cerraba a las 18.00 lo dejamos para el otro día, ya que las entradas sirven hasta para una semana después.
Habíamos contratado una excursión por los canales en crucero nocturno, además coincidía que estaba el Ámsterdam Light Festival, decoran con todo tipo de luces led los canales. Así que nos dirigimos hacia la zona de embarque, pero como estábamos con tiempo decidimos pasar antes por el Barrio Rojo o Red Light District.
Creo que a todos, antes de viajar a Ámsterdam, alguien nos ha dicho con una risita que no nos lo perdamos. Y sí, si los tulipanes son característicos, el Barrio Rojo aún lo es más. Tenemos que contaros que es una zona muy segura, al igual que toda la ciudad, y que si vais con niños lo único evitarlo por la noche. En Holanda la prostitución es legal, y es muy característico del Barrio Rojo el ver mujeres semidesnudas en los escaparates, toda la zona gira en torno al mismo tema, con museos de la prostitución o el sexo, así como sex- shops de todo tipo.
Y si el Barrio Rojo es famoso, tanto lo son los Coffee Shops, donde el consumo de hachís y marihuana en pequeñas cantidades está permitido. Se encuentran por toda la ciudad y te darás cuenta de que hay uno cerca por el olor tan característico que se desprende de ellos. Hay una gran cultura alrededor de la marihuana, siendo muy común encontrar tiendas especializadas donde comprar cosas relacionadas con ella.
Terminando nuestro paseo llegamos a Prins Hendrikkade, en frente de Ámsterdam Centraal. Es un muelle donde atracan los cruceros por los canales, elegimos esta excursión porque es una forma bonita de ver otra perspectiva de la ciudad y además nos incluía la cena y bebidas ilimitadas. El paseo duró una hora y media aproximadamente donde un entusiasta guía nos contaba curiosidades de la ciudad mientras disfrutábamos de buena cerveza, vino y una suculenta hamburguesa. Buena forma de terminar un día cargado de nuevas experiencias.
Segundo día de nuestro fin de semana en Ámsterdam:
Nuestro último día en la ciudad comenzó dirigiéndonos a The Ámsterdam Dungeon, la mazmorra de Ámsterdam, un pasaje del terror/museo donde a través del miedo conocimos la historia más oscura de la ciudad de forma dinámica e interactiva, y cómo no, pasando algún que otro susto.
Una vez fuera de la mazmorra dedicamos nuestro día a perdernos y encontrarnos entre las calles de una concurrida ciudad que nos había conquistado, con cuidado de que ninguna bici nos arrollase, ya que el tráfico en esta ciudad es, en cierto modo, complicado.
Pasamos a dejar nuestra habitación del hotel, que amablemente nos habían ofrecido un late check out, permitiéndonos dejar la misma a las 14.00 y además custodiando nuestras maletas hasta que nos marchásemos de la ciudad. Nos dirigimos hacia la Iglesia de San Nicolás, patrón de la ciudad y de los marineros, cuya tradición es muy importante en Holanda. Se trata de un obispo Alicantino que llegaba en barco de vapor a las costas holandesas donde cogía su caballo Amerigo seguido de sus ayudantes llamados Pedritos que iban tirando galletas especiadas a la gente. Cuenta la tradición que trae regalos a los niños buenos y a los malos se los lleva en barca remando hasta España.
Llegada la hora de tomar nuestro avión de vuelta a Málaga, recogemos nuestras maletas del hotel, y empieza la despedida de una ciudad en la que parece que hemos estado semanas, es como si una extraña familiaridad se hubiese adueñado de nosotros. Ámsterdam es tan cosmopolita que no te hace sentir extranjero en ningún momento, una ciudad que te hace sentir su historia en los adoquines de sus calles. Que trepa por sus inclinadas fachadas hasta convertirse en parte del aire que se respira. Una ciudad que te atrapa desde el primer momento.
Llegados al aeropuerto nos acomodamos en la sala a la espera del anuncio de la puerta de embarque. Tenemos que reconocer que nos encantó esta última, nos compramos un surtido de porciones de quesos y esperamos tranquilamente en uno de los muchos cómodos sillones repartidos por la sala. Alegres por tachar una nueva ciudad de nuestra lista, tristes porque se acaba e impacientes por saber cuál sería la próxima.
Y hasta aquí viajeros nuestra crónica de un fin de semana en Ámsterdam irrepetible. Cualquier consulta, no dudéis en poneros en contacto con nosotros. Nos vemos en la próxima.
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